domingo, 28 de febrero de 2021

ES EL ECO (16/1/2016)

Llego a ITGP para la sesión del taller de laboratorio de teatro espontáneo, tarde como siempre, ¿Cuándo conseguiré aprenderme el itinerario desde mi casa y salir antes para predecir mis pérdidas en el coche?.

Me encuentro a Andrea, solo, en medio de un círculo con tres sillas con tres cojines, representan a los que no han podido venir, Meme, Carlos y Laura. Me entra el pánico, creía que iba a venir al menos una persona del grupo, aunque cuando lo pienso, !Si sólo somos cuatro! Y cuatro menos tres, pues ¡Uno! Más Andrea, es decir, dos.

Sugiere que escribamos, él y yo,  acerca de las sesiones de los días anteriores, no sé si asistí a dos o sólo a una. Yo escribí que estaba en el taller para aprender, vivenciar, jugar y  experimentar más roles desde la espontaneidad y la creatividad, además de compartir con más personas. Por eso eso la idea de escribir en un blog e ir turnándonos en resumir el día de cada taller, para no olvidar. Recordamos algo de la sesión anterior respecto a la dramatización que hicimos, era acerca de unos amigos que compartían piso y cuentan un viaje que han hecho cada uno. También recordamos algo de un barco y de tres palabras que surgieron en el grupo y de las que hicimos un coro. Acerca del coro que realizamos, Andrea se acuerda de como movíamos el cuerpo y de que esta técnica consiste en un soliloquio grupal sin movimiento. También hablamos de diferentes maneras de cerrar un teatro espontáneo y de las tres formas en las que se puede entender el mismo, desde la forma terapéutica, desde la artística y desde la cultural y también desde  una mezcla de las tres. Me cuenta que hay directores de teatro espontáneo que siempre cierran de la misma forma, hay una directora que abre con tres velas encendidas, una para el público, otra para los actores y otra para la protagonista que presta su historia y en el cierre se  apagan. Comentamos la posibilidad también de hacer un eco en el cierre o de otras formas más artístisticas, como una composición estilo performance con diferentes elementos de la sala.

Después de todo el caldeamiento verbal me sugiere que monte un escenario. Se me ocurre un teatro de títeres, los cojines en el suelo representa al público delimitando el escenario. En esto llega Alejandro, un nuevo miembro del grupo que se incorpora hoy, sofocado, hablándonos de toda la tarde empleada en armar un mueble-sillón Ikea. A Andrea  se le ocurre que dramatice su historia en tres momentos. El momento de ilusión de haber arreglado el salón y estar contento de verle acabado, el momento cuando le traen los bultos del mueble y empieza a montarlo y la dificultad del mismo y del último momento en el que siente decepción al ver que es demasiado grande para el salón. Intento dramatizarlo y Alejandro lograr ver ciertas cosas que hago que no había contado, se identifa con mi acción y se da cuenta de la decepción del sillón por lo grande que es. Andrea me pregunta si yo he vivido alguna situación similar, me cuesta recordar, Andrea espera pacientemente y me acuerdo del montaje de un balancín también de Ikea que monté en la cocina en este año y no conseguí sacarlo de ella, ya que la puerta era demasiado pequeña, cómo después tuve que desarmarlo por un lado para atravesarla y después montarlo en la habitación que la quería poner y que cuando quedó terminado me di cuenta que también ocupaba demasiado en la habitación. Esta vez es Alejandro  quien dramatiza, lo hace sin palabras, después dice que se acordó de Chaplin, la realiza de una forma muy cómica, vemos cómo no puede sacar la silla de la puerta e intenta de maneras absurdas sacarla, Andrea y yo nos reímos. Curiosamente los dos en cada una de nuestras dramatizaciones acabamos diciendo: "!Vaya mierda!". Cuando acaba la dramatización, Andrea,,  nos pide hacer un dibujo y lo hacemos. Nos pide una emoción de cada dibujo, la mía es de rabia, la de Alejandro es apuro. Primero hacemos un coro de cada una de las emociones y después nos invita  a dramatizar los dos juntos la emoción de cada uno, primero sin interactuar y sin hablar, después emitiendo sonidos y después con palabras e interactuando e intercambiando las emociones.

Compartimos las dramatizaciones y la sesión, Alejandro dice una palabra que define su experiencia del sofá en su salón: "Sofalón". Y para finalizar decididimos irnos a tomar unas cañas,

Cuando cojo el coche para ir a casa, aparece de repente de un CD que hacía tiempo que no escuchaba, una canción de uno de mis cantantes favoritos, Jorge Drexler, que se llama "Eco", palabra que nombra Moreno para el momento de compartir en psicodrama, y pienso: "Qué casualidad!". Si es que casualidades existen...



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