martes, 18 de agosto de 2009

UN AMOR DE VERANO: CANTABRIA



Qué mejor manera que transmitiros con una canción las sensaciones experimentadas en mi viaje a Cantabria, fijaros en la letra, pues esta mañana cuando contemplaba la espectacular belleza del Parque Natural de Cabárceno me he acordado de esta canción, sin duda el lugar ha sido la guinda que ha adornado al pastel tan delicioso que ha sido este viaje organizado a última hora. Contemplaba el horizonte y he sido obsequiada con un maravilloso golpe de felicidad, sí, sí, de esos que aparecen de tarde en tarde y te hacen pensar que todo es maravilloso, vamos que como diría mi hijo mayor, sentía hasta los ojos mojados, cómo es poco emotiva la menda. Aquel que vaya por esas tierras que no deje de visitarlo, entraría a cometer casi un pecado por no darse tan tremendo placer.

Va a resultar difícil resumiros mi viaje pues me podría tirar horas y horas escribiendo todo lo que he hecho en 60 horas, que quitando 10 de viaje se me quedan en 50. Aunque en esas diez horas os podré decir que también he tenido sorpresas cómo el redescubrir la radio y la compañía que me ha hecho en todo el viaje, desde enterarme que la Sagrada Familia está concebida en su diseño por medidas de múltiplos de doce hasta reírme con Luis Piedrahita, cuando hablaba de que la bisagra que sólo se utiliza una vez será la de nuestro ataúd y que es una pena no poder reciclarla, yo me reía porque me acordaba de mi trabajo y de todo el humor negro que le echamos para poder soportar todo lo que vivimos y por cierto, si se os cae el móvil al agua, la mejor sustancia hidrófila que tengáis a mano para que el móvil quede operativo es el azúcar, lo que enseña la radio, por favor camarero traígame doce sobres de azucarillos.

Pues me marché el domingo por la mañana y llegué a mediodía a Santander y nada más dejar las cosas en el hostalito me cogí un autobús hasta el centro. Contemplé primeramente el casco antiguo y me decidí a caminar por el largo paseo marítimo, casi de tres kilómetros (¿pero ésto cuándo acaba? pensé para mí). Por él pude ver esculturas de Manolo Valdés, el de las meninas gigantes y de la dama de Elche de bronce que ya han pasado por Madrid, la verdad es que me gustó reencontrarme con ellas, es como si me dieran la bienvenida. Del paseo deciros que está muy bien cuidado con múltiples flores de muchos colores y al fondo la gigante bahía que en ningún momento perdí de vista y todo tipo de barcos, grandes y pequeños que la navegaban. Lo que más me gustó fue la península de Magdalena donde nada más entrar ví un trenecito y como una niña y ante mi gran dolor de pies decidí montar en él, y cual fue mi grata sorpresa que del trenecito salía una voz explicándote todo el recorrido, a su derecha la playa de los bikinis, llamándose así porque en los años 50 aparecieron las primeras mujeres de toda España luciendo tal prenda, estudiantes de la Universidad Internacional Mendéndez Pelayo que por supuesto no eran de aquí. Al lado de la península, la famosa playa del Sardinero, que con 19 graditos la gente bañándose como si tal cosa, es que los del norte están hechos de otra madera.

El segundo día, intentaré ser breve, decidí irme por la costa a recorrer los pueblecitos que te aconsejaban en la oficina de turismo y como soy muy obediente a esa ventura me embarqué, viento en popa y a toda vela mi querido Xsara. A las nueve y media de la mañana ya estaba en Santillana del Mar, lloviendo y con el chubasquero puesto y no creáis que estaba sola, la marabunta del turismo interior que se fomenta en toda España me acompañaba, tardé poco en recorrerlo, hermosa villa mediaval en la que no dejan meter el coche pero que sin duda estaba llena de tiendas metiéndote casi por los ojos la oferta de los sobaos o de las famosas quesadas, yo me resistí a éstas pero caí en la tentación de comprarme una rosca de Santillana, buenísima por cierto. Lo que más me agradó, la Colegiata de Santa Juliana, ella todo muy románica y así atrayendo a tanto turista. El segundo sitio, el que más me gustó, Comillas y no pensaba ir, pero la diplomada en turismo insistió tanto que a ella me acerqué. Y es que la tierra tira y no sabéis lo de catalán que hay por ese pueblo, hasta se dice que es la cuna del premodernismo catalán. Empezando por el capricho de Gaudí, una casita de veraneo que el concuñado de Comillas le encargó a tan poco nombrado arquitecto, y al lado, pues el palacio de Sobrellano, del hermano de la mujer del anterior y el famoso marqués antes nombrado, realizado por Joan Martorell y al que Gaudí diseñó el mobiliario y al que se acercó a veranear hasta el mismísimo rey Alfonso XII y todo su séquito. No tuvo desperdicio la guía como iba explicando todo el palacio y los consiguientes cotilleos de aquella época y de toda su villa. Por cierto ahí también está la primera universidad de Comillas claro está. Y acabando con los pueblos que visité, está San Vicente de la Barquera, sin duda el puerto y el recorrido del castillo fue lo que más me gustó, lo peor, encontrar aparcamiento. Y una vez ya acabado el paseo y siendo mediodía y toda la tarde por delante, pues a Picos de Europa que me dirigí, no sin antes pasar por Potes circulando por la carretera creo que de tercera casi a 30 kms por hora, vaya curvas, eso sí, unas vistas espectaculares y por todo el trayecto contemplando un arroyo que bajaba, una maravilla. Llegué a Fuentedé para coger el funicular, una hora de espera, para que después digan que hay crisis y una vez arriba pues me hice una rutita amarilla marcada en las piedras, a andar se ha dicho, otro contraste en estas tierras, pues todo roca y piedras. Y en el silencio mientras andaba, no me lo pude creer, entre tanto peñasco el becerro de una vaca oí sonar y a la misma a lo lejos contemplar, no me extraña que en la India sean sagradas.

Y como he empezado por el final, pues aquí me despido, al que haya conseguido leer hasta aquí, enhorabuena le digo. En unas horas al curro, pero aún en este tiempo de sueño que me queda, espero aún disfrutar de todas las vivencias que he sentido con este amor de verano, breve, pero intenso. Besos, compañer@s de viaje.

1 comentario:

  1. Visita obligada es visitar Carbárceno, tus hijos estarian fascinados.. si? , cada vez que una decide perderse entre montañas, y colores.. el marrón, el verde, al azul, "del cielo o del mar",el lugar elegido ha de ser el norte. Comillas es una preciosidad que te saluda al levantar la mirada con la majestuosidad de su universidad, y del interés de Gaudi.."por cierto me da pena que el Capricho sea hoy restaurant... no se come nada mal pero... pierde parte de su encanto".. y sobre Santillana del Mar.. "el pueblo de las tres mentiras.." ni es santo ni llano ni tiene mar.. jaja
    Lo mejor que tiene el Sardinero es una fiesta precisamente de sardinas, donde el ayuntamiento te regala sardinillas a la brasa, acompañado de vino y pan.. hum!! rico, rico, jaja Porque ciertamente el agua del cantábrico está heladaaaa
    Nena ese viaje es para volver a repetirlo.. a mi me fascina Cantabria, creo que es lugar donde más veces he estado de vacaciones y siempre me he sorprendido con algo nuevo..
    En cualquier estación de año es fantástico disfrutar de la gastronomía, jo como están las quesadillas..!! de recrear la vista con el explendor de sus paisajes, ¿verdad?, y desde luego los cantabrones son gente agradables y muy hospitalaria..
    Soy una enamorada de Santander y lo seguiré siendo para siempre..
    En cualquier momento una se puede escapar allá..
    ¿me acompañas?
    MAMEN

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